José María Garrido de la Cruz





ESTOY LLEGANDO 






       Al principio no era así. No te asustes. A lo largo del viaje he perdido kilos, adquiriendo una imagen muy distinta de la que tenía antes, acorde con mis necesidades primarias, he tomado una forma extraña, cilíndrica, alargada, flexible, rugosa. Ahora lo importante es no perder altura, sujetarme bien a estas paredes cada vez más gelatinosas, para ello ¿necesito la vista? No, el objetivo no es verte y que me veas. He de vencer el poder de las corrientes jabonosas que siempre bajan. ¿Necesito el oído? Si, es fundamental, para oír tus gritos mientras me acerco. Necesito el tacto para que sientas el frio de mis caricias, para que sientas el dolor en mi presencia. No, no soy una amenaza todavía; estoy lejos, pero me acerco despacio a tus pies. Estás descalza. Solo falta un recodo. Dentro de un momento un grito. Intentarás pisarme, te morderé en el hueso y dormirás. Dormirás aterrada mientras te envuelvo con mis escamas y mis anillos; y perderás el color. Ya estoy saliendo por el sumidero de la ducha en tu casa y no me has visto; pero yo sí, aunque no tengo buena vista; El jabón, como el gel, es un peligro, me hace resbalar. Calmará mi sed. Ya lo siento, ahí está tu pie, el izquierdo, el tobillo, el hueso. Está salado. Es inútil, no grites, nadie te va a oír. Por tu cuerpo desnudo y limpio, voy a ascender sin dificultad, no es gelatinoso, no opones resistencia, pero no te derrumbes, podrías aplastarme algún anillo. Mientras subo por tus piernas ¿te puedo contar mi historia? Se que no se lo dirás a nadie. No te dará tiempo. Tienes una piel muy suave. Llevo mucho sin comer. No te preocupes iré despacio, sujétate si quieres a los grifos y échate perfume caro, no me gusta que huelas a sudor. Y lucha. Es aburrido que no opongas resistencia. Te creía más fuerte. Yo era tímido, no recuerdo si masculino o femenina. 
       Ahora esperaré un momento, antes de seguir; tómate un respiro. 
       No me gusta la violencia, pero ya te he dicho que llevo sin comer más de seis días. ¡Qué bonitas! No te has quitado la pintura de las uñas. No te preocupes, será un momento inolvidable. ¿Qué te pasa? Acaricio tus hombros y no hablas, tus manos no responden, diviso tu boca ya bien cerca, armada hasta los dientes temblorosos, tienes la lengua rígida. Esa saliva verde que escondes en los labios es lo único que no me gusta. Me produce cierta repugnancia. ¿Respiras, todavía? Sí, noto el vertiginoso latido de tu corazón entre mis escamas y esa mirada que se va perdiendo en un horizonte cercano, que te ahoga despacio, despacio.







SOY SOLO UN POEMA



Alto. Detente y no me mates
soy solo un poema.
Yo invoco tu clemencia
aunque solo sea virtual y literaria


Más allá del dolor de los autores
yo te indulto
en esta irónica hora tan poética.


Porque estás solo.
desprovisto de fama y de grandeza…
porque es hijo de autor desconocido.


Porque escondes alma, fuerza y sentimiento
y te opones a la crítica feroz, parcial y despiadada
porque bailas a otro compás al margen de escudos asonantes


Vas oyendo los dardos desiguales
según al blanco al que apunten cada tarde
y no bailas en lugares tan comunes
pues ni cuentas, nI mides, ni blasfemas


Tú que no respetas las normas ortodoxas.
lo sé. todos son motivos para un juicio
razones de sentencias mortuorias


pero yo os lo ordeno
aunque acabéis como pilatos
lavándoos la conciencia
entre lirios, premios y amapolas.


Y le indulto porque tiene algo más
que aire seco en los pulmones.








EL FUTURO SE AGOTA




Le veo y es el abismo quien me mira
le hablo y la distancia me contesta
le escucho y el silencio me responde
quiero seguirle y me oculta su camino.


El futuro se agota entre la niebla
y luce solo lo absurdo de la vida,
sobran las preguntas, sobra el tiempo
se repite el horizonte en los espejos.


Los muros que me envuelven
se derrumban
y Dios se tambalea por las esquinas
borracho de amargura.
atado a la muerte de su obra.


Las horas se diluyen en la risa
el reloj olvida su función de despertar
la ceniza se adueña de la ausencia
mientras yo me muero en sueños.







VOY SILBANDO TODAVÍA




¿Por qué te miro hoy,
con tanta intensidad,
como si no te conociera?


Es tu transparencia cercanía
y ese dolor tan luminoso de abandono
me derriba cuando dejo de mirarte.


Hace ya demasiadas sombras,
Demasiadas noches que te busco
a ese lado perdido del cristal donde te escondes


Y te siento cerca,
tan cerca de mi abismo, que te llamo
en ese extraño idioma de silencios
en que los dos nos entendemos
esperando tu silbido color de bicicleta


El viento, la sombra de los pinos,
la nieve caída en la colina
o el canto agudo de los carros
rompen mi esperanza


Pero insisto, vuelvo a silbar,
con el poderoso alarido por tu ausencia
desde mi garganta de niño
y tú me respondes bajito a ese lado del cristal.