Antonio Portillo Casado








HOY Y POR SIEMPRE
(A Federico Gª Lorca)




Aún hoy, desde el ayer fratricida,
cunetas y barrancos lloran
a unos huesos que siguen gritando justicia,
y esperan ser reconocidos
para vivir con dignidad su muerte.
Heridas no sanadas.
La tierra madre
supura;
arroja voces a las piedras;
anhela acoger a sus hijos muertos extramuros.
Ellos, pacientes,
esperan salir de la oscuridad,
ser manantial fraterno,
luz noble,
testigos del abismo.


Aún hoy, desde el ayer fratricida,
nuestros hermanos
lloran su olvido,
creen en el fulgor de la razón
a la luz de la luna.
¿No escucháis la súplica de su grito?
Como óseos jilgueros arrojan sus cantos
para que los espíritus puros y libres,
perciban
el olor de aquel desafuero.


El viento seguirá
empujando sus llantos, hasta que las puertas
del amor y de la justicia, se abran
hoy y por siempre, desde el ayer fratricida.








VIENTOS DEL VERSO





Grito: ¡Universo,
dioses, tinieblas, hombre!
Pregunto:
¿Dónde están los poetas?



¿Adónde se marcharon?
¿En qué cielos transitan?
¿Conviven en el Monte Olimpo?
¿Fueron vencidos por la fama?
¿El oro enmudeció su pluma?
¿Expiraron de miedo?
¿Sienten oprobio?
¿Revolotean en el esperpento?
¿Pisan la realidad de la vida?



Por el camino
van cantando muchos juglares.




Los vates genuinos son antorchas desnudas,
critican la existencia
con el corazón y la mente.
Libres, vomitan la verdad
arrancando caretas.
Indómitos, revelan
la esencia que trasciende,
y la derraman,
en los vientos del verso.